IEEE Power & Energy Magazine - Spanish - May/June 2023 - 88

continente a principios de la década de 1960. Por ejemplo, la
interconexión que formó el núcleo de la actual Interconexión
del Este abasteció a clientes solo en partes del oeste de Pensilvania
y el este de Ohio a mediados de la década de 1910;
incluyó partes de Indiana e Illinois para 1930; se extendió de
Florida al extremo sur del estado de Nueva York por la zona
este y de Misisipi hasta Illinois por la zona oeste para 1938;
llegó hasta Kansas, Oklahoma y partes del este de Texas
durante la Segunda Guerra Mundial; y abarcó la mayoría del
este de los Estados Unidos y partes de Canadá en 1964, como
se muestra en la figura 3. Para esa época, la mayoría de los
sistemas eléctricos en los Estados Unidos y el este de Canadá
funcionaban dentro de cinco redes principales interconectadas
y tres más pequeñas. Pese a que no todas las conexiones
en cada red eran eléctricamente robustas, la escala de las
interconexiones indicaba un alto grado de dependencia entre
las empresas de servicios públicos participantes.
El aumento de la producción de energía acompañó el crecimiento
del sistema, como se ilustra en la figura 4. Para los
primeros años de la Segunda Guerra Mundial, la generación
de energía había aumentado casi 40 veces comparado con
lo que se producía en 1902, y los estadounidenses confiaban
en la electricidad para realizar una amplia variedad de
actividades, desde domésticas hasta comerciales e industriales.
Aun así, Nye señala que los estadounidenses tendían a
mantener velas y fósforos cerca, preparados para la próxima
falla eléctrica.
Después de la guerra, el uso de energía continuó aumentando
en todos los sectores. En 2022, el último año del que
hay datos completos disponibles, generamos 711 veces más
electricidad que en 1902, como se muestra en la figura 4. A
medida que se ampliaban las interconexiones a lo largo del
siglo y la producción de energía aumentaba rápidamente, del
mismo modo las interrupciones eléctricas afectaban a grupos
cada vez más grandes de personas. De hecho, mientras que
la tormenta oportuna de los hermanos Marx interrumpió una
fiesta en una sola casa en 1930, una falla eléctrica en la ciudad
de Nueva York afectó a más de 100,000 clientes en 1936.
Especialmente en esos años, las interrupciones del suministro
eléctrico afectaban la vida más drásticamente de noche,
debido a que ese era el momento de máxima demanda.
En 1959, 500,000 clientes perdieron su servicio eléctrico
durante una interrupción en Nueva York, y posteriormente
30,000,000 quedaron a oscuras en 1965. En los años siguientes,
con la llegada del aire acondicionado, la calefacción
eléctrica y las operaciones durante las 24 horas del día en
muchos sectores económicos, los apagones diurnos se hicieron
más problemáticos.
Además, los estadounidenses se volvían cada vez más
dependientes de la electricidad para un amplio rango de actividades
inimaginables al inicio de la industria. De la iluminación
doméstica, la calefacción y los aparatos con enchufe
antes de la Segunda Guerra Mundial a la fabricación industrial,
los centros de computación y las instalaciones médicas
con alta tecnología, los usos de la energía eléctrica aumenta88
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ron. Consideremos solo un ejemplo: los cambios en la comunicación
interpersonal. En el pasado, se podría haber escrito
un mensaje en un trozo de papel para ponerlo en un sobre,
depositarlo en un buzón y esperar a que una serie de empleados
de correos transportara, clasificara y entregara la carta
al destinatario. En la actualidad, confiamos en dispositivos
electrificados de escritorio y dispositivos portátiles cargados
con baterías para hacer lo mismo. En los últimos 10 años, el
volumen de correos postales en los Estados Unidos disminuyó
en un 20 % y el correo prioritario, que llegó a 103,656
millones de unidades en 2001, se redujo a la mitad como muchos
en 2021. Por su parte, los usuarios de correo electrónico
envían y reciben cientos de miles de millones de mensajes
cada día. De universidades a instalaciones militares, de fábricas
a cocinas y de granjas a oficinas, vivimos en un mundo
eléctrico integral. La pérdida de energía significa la pérdida
de nuestra capacidad para trabajar, jugar y prosperar.
La primera falla eléctrica en cascada importante del país
acontecida en 1965 generó enormes inconvenientes, cierto
grado de temor y reparaciones costosas, pero no estuvo marcada
por una pérdida considerable de vidas. De hecho, el
público tiene un buen recuerdo del evento que es casi mítico.
Ocurrió en una tarde de otoño, sin lluvia ni frío. Muchas personas
que soportaron ese apagón comparten felices sus historias
de cuando se sentaban en edificios públicos a oscuras,
ayudaban a dirigir el tránsito con linternas, salían trepando
de ascensores detenidos y compartían comidas en restaurantes
alumbrados con velas. Otras repiten la historia de una
explosión de la natalidad nueve meses después, aunque los
demógrafos e investigadores de salud pública han desmentido
completamente este mito. Una película de Doris Day,
¿Qué hacías cuando se fue la luz?, conmemoraba el apagón
con comedia.
Al mismo tiempo, el evento generó consternación en múltiples
sectores respecto a la eficiencia de las interconexiones.
Antes del apagón, muchas personas pensaron que este tipo
de evento simplemente no podría ocurrir. Más tarde, periodistas,
funcionarios de gobierno y ejecutivos de empresas de
servicios públicos apuntaron con el dedo a toda dirección
posible. El Congreso consideró, sin éxito, la posibilidad de
regular la confiabilidad de los sistemas eléctricos. Un grupo
de personas de la industria hizo esfuerzos por formar una
organización voluntaria de cumplimiento que fuera efectiva,
estableciendo finalmente el Consejo de Confiabilidad Eléctrica
Nacional (ahora la Corporación de Confiabilidad Eléctrica
de Norteamérica) en 1968. Los ingenieros continuaron
trabajando para robustecer los sistemas eléctricos interconectados
y prevenir futuras fallas eléctricas masivas.
Del mismo modo, los apagones generalizados en los años
siguientes produjeron preocupación, acusaciones peligrosas
y, finalmente en 2005, una función federal formal en la confiabilidad
de la red. A lo largo de tres siglos, los apagaron
provocaron pérdida de luz, de energía, a veces de movilidad
y, por último, una crisis. Como explica Nye, los estadounidenses
han construido una visión social de lo que significa
mayo/junio 2023
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