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sistema de energía en su conjunto y la función de la electrificación
en la reducción de las emisiones.
En julio de 2021, la Comisión Europea propuso modificaciones
a la Directiva sobre energías renovables de la UE. El
objetivo general es reducir al menos el 55 % de las emisiones
de GEI en 2030 en comparación con los niveles de 1990 y
hacerlo de forma rentable y sostenible, incluidos los objetivos
para cada sector de uso final. Una de las enmiendas nuevas
y específicas para asegurar que la flexibilidad se refiere
a los sistemas pequeños y móviles establece que
los Estados miembros deberán garantizar que el marco
normativo nacional no discrimine la participación en
los mercados de electricidad, incluida la gestión de la
congestión y la prestación de servicios de flexibilidad
y balance, de los sistemas pequeños o móviles, como
las baterías domésticas y los vehículos eléctricos, tanto
de manera directa como a través de la agregación.
Los escenarios de electrificación de Estados Unidos
incluyen la Evaluación Nacional de Electrificación de Estados
Unidos, a cargo del Instituto de Investigación de Energía
Eléctrica, y el Estudio de Futuros de Electrificación, a
cargo del Laboratorio Nacional de Energía Renovable, en el
que ambas organizaciones analizan las implicaciones de los
altos niveles de descarbonización del uso final en el sistema
eléctrico. Con la reincorporación de la administración estadounidense
al Acuerdo de París, parece que en los próximos
años se prestará mayor atención a la descarbonización de
todo el sector energético, incluidos los principales usos finales
de la energía fósil, como el transporte, la construcción y
la industria. Estados Unidos se ha fijado el objetivo de lograr
un suministro de electricidad limpio para 2035 y descarbonizar
todo el sistema de energía para 2050, de forma similar
al objetivo de la UE de que no haya emisiones netas de gases
de efecto invernadero para 2050.
Conclusiones: la electrificación parece
inevitable, pero no se asegura
una flexibilidad suficiente
Una de las principales incertidumbres sobre el esfuerzo global
de electrificación se refiere a la proporción de medidas
directas frente a las indirectas. La respuesta será sin duda
diferente según los sectores. Europa parece ser precursora
de las iniciativas de electrificación y ofrece muchos
ejemplos de lo que puede venir. Por ejemplo, el informe
de BloombergNEF " Sector Coupling in Europe: Powering
Decarbonization " (Acoplar los sectores en Europa: impulsando
la descarbonización) prevé la electrificación directa
de más de la mitad del consumo de energía en los sectores
del transporte y la calefacción para 2050, pero, al mismo
tiempo, un elevado uso del hidrógeno en la industria (por
ejemplo, el acero, el cemento, el amoníaco y otros productos
químicos), sobre todo cerca de 2050. La UE está llevando
a cabo importantes debates en torno a la inversión en
hidrógeno, además de fomentar la integración del sistema
energético y la electrificación con estrategias y políticas que
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sentarán las bases del sistema energético europeo descarbonizado
del futuro.
Es preciso tomar importantes decisiones políticas
sobre qué redes y rutas comerciales mantener o construir.
Las opciones van desde el desarrollo de una única red de
electricidad, que se apoya en el transporte de combustible
mediante camiones y barcos, hasta el diseño de múltiples
redes personalizadas para diferentes portadores de energía
gaseosa o líquida, incluidas las redes de combustible,
así como las de calefacción y refrigeración. Estas opciones
opuestas se deben fundamentar en una modelización
amplia y detallada de las diferentes vías y sus combinaciones,
que utilice herramientas, datos e hipótesis de modelización
transparentes.
La participación de los consumidores de electricidad
en los mercados eléctricos es un objetivo desde hace décadas,
pero sin resultados a gran escala. La electrificación de
la energía aumentará los intereses y, con suerte, también
llevará a la adopción más amplia del consumo flexible de
energía. Siempre habrá una interacción entre 1) la legislación,
que debe permitir soluciones eficientes; 2) los mecanismos
de mercado, que deben remunerar todo tipo de servicios
valorados; y 3) la estandarización, las tecnologías
fáciles de usar, la contratación y los medios para agregar
de manera conveniente las cargas pequeñas, que pueden
ayudar a facilitar la adopción a nivel del consumidor. Si
todo esto se diseña y aplica bien, tanto los consumidores
pequeños como los grandes actuarán para aumentar su flexibilidad,
algo muy necesario en los sistemas eléctricos
100% limpios.
En general, la electrificación de los sectores de uso final
de la energía parece inevitable porque las fuentes de energía
libres de carbono tienden a producir electricidad en lugar
de calor u otros vectores energéticos. A la vez, la flexibilidad
suficiente no estará garantizada y requiere políticas,
legislación y regulación del mercado adecuadas, así como
la participación de los consumidores de energía. Encontrar
las fuentes de flexibilidad más rentables y suficientes para el
funcionamiento de los futuros sistemas de energía no es una
tarea sencilla, ya que muchas opciones interconectadas están
aún en fase de creación y evolución. Por otra parte, la flexibilidad
en sí misma está mal definida, y los sistemas eléctricos
necesitan flexibilidad en múltiples escalas de tiempo y para
diferentes propósitos.
Estas cuestiones deben estar en primera línea de las
decisiones políticas y normativas que afectan, en particular,
a las inversiones energéticas que suelen tener una larga
vida útil. Armonizar y coordinar las políticas y normativas
de los diferentes sectores ayudaría a simplificar el proceso.
Los expertos técnicos y los ingenieros, junto con los
científicos sociales, pueden contribuir con análisis sólidos
para apoyar la toma de decisiones públicas y privadas. Con
estos medios, la electrificación puede ofrecer una estrategia
rentable para lograr sistemas de energía 100% limpios
y flexibles.
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