World Grain Latin America - 6

DEL JEFE DE EDITORIAL

Última esperanza de que la Ronda Doha no deje de ser ronda

U

n gran cúmulo de optimismo, sí aún irreal, se requiere para permitir que exista esperanza alguna de que se logre la meta de concluir exitosamente la Ronda Doha de negociaciones comerciales para ﬁnales de este año. En ocasiones anteriores durante los últimos 10 años que se han llevado a cabo estas negociaciones bajo el auspicio de la Organización Mundial de Comercio, tal fracaso hubiese sido impensable. Pero los años han pasado con poco o sin progreso evidente del todo, por lo que mantener expectativas positivas se ha vuelto menos y menos razonable. Ahora, con poco más de seis meses restantes para la fecha límite establecida por los líderes de las naciones que conforman la OMC, no tan sólo parece probable, sino inevitable, que la Ronda Doha de negociaciones simplemente se termine. Eso sucederá sin haber logrado nada para liberalizar el comercio de mercaderías agrícolas o de productos no agrícolas que se han vuelto la última piedra en el camino. Al contemplar tal resultado desastroso, no es necesario buscar más que la elección de la frase “no ronda” de Pascal Lamy, director general de la OMC y defensor implacable de la importancia del éxito de la Ronda Doha, para denotar esa posibilidad. Con un fervor en aumento, Lamy ha advertido acerca de las terribles consecuencias de ese fracaso. Ha enfatizado “el costo de lo no-redondo de la economía mundial así como también del desarrollo de miembros prospectos, en particular de los pequeños y menos desarrollados, que son dependientes del mejoramiento del
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conjunto de las reglas de comercio globales.” Ha recalcado bastante la necesidad de entender “las consecuencias de la no-ronda para el sistema de comercio multilateral que hemos erigido con tanta paciencia durante los últimos 70 años.” Como creyente constante y ferviente de la liberalización del comercio como una manera de mejorar el funcionamiento de la economía mundial, esta página considera lo que parece un inaceptable fracaso casi inevitable. Ha resultado particularmente decepcionante que la administración de Obama se ha abstenido de presionar por una resolución de muchos desacuerdos entre los negociantes de la OMC que permitirían que la Ronda Doha fuera completamente exitosa. Aunque debe haber dedos apuntando a varias naciones intransigentes respecto a aceptar el acceso a mercados desarrollados, son los Estados Unidos los que aún tienen el poder de proporcionar liderazgo. No lo ha hecho de la manera que se hubiera esperado, refrenado por las políticas feroces que afectan las decisiones económicas en América. Tanto los asuntos agrícolas como los no agrícolas se centran en el grado en el que algunas de las naciones recientemente prósperas están dispuestas a aceptar la liberalización del comercio. Esto se ha interpuesto testarudamente en el paso de acuerdos de escala más amplia. La falta de progreso en cualquier número de sectores especíﬁcos relacionado a accesos de mercado, así como desacuerdos de muchos asuntos técnicos se colocan a la misma altura, si no infranqueables, son barreras para la conclusión que se ha soñado por

tanto tiempo para la Ronda Doha. Tratándose de los alimentos con base en grano, este desastre no-ronda, parece haberse eliminado desde hace mucho de las compañías y los ejecutivos llevando a cabo negocios con límites mucho más estrechos que los del ámbito internacional. Y esto resulta dudoso cuando productos tales como el pan, que se mercadea dentro de una región relativamente limitada, aparentemente no es afectada por el comercio internacional. Pero tal percepción inhibida pasa por alto la manera en que el comercio internacional afecta directamente muchos, si no es que todos, los costos de los ingredientes de la industria de los alimentos así como también muchos de los requerimientos de su capital. La liberalización del comercio es la manera más segura para abrir los mercados a que obtengan los beneﬁcios derivados de la transparencia así como el mercado global. Muchas de las sorpresas enfrentadas por los alimentos con base en grano el año anterior pudieron haber sido diferentes si las nuevas reglas de comercio previstas por las negociaciones originales de la Ronda Doha se hubiesen puesto en marcha. Los embargos a las exportaciones de trigo, que jugaron un rol poderoso en el alza de precios del trigo, hubieran sido limitados, si no es que rechazados, por las nuevas reglas comerciales. Sí, ya es tarde en este proceso de 10 años, pero las recompensas potenciales del éxito son tan grandes que resulta inimaginable no trabajar para lograrlo. Morton I. Sosland Jefe de editorial
Octubre 2011 / World Grain / www.World-Grain.com
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